Artículos y Recursos, Bitácora
La Salida
Y todo parece fácil…
Desde hace 5 días, y a pesar de mi gran compromiso de escribir para que todos puedan participar de éste viaje, hacerlo ha sido misión imposible.
Desde el principio me tomé las cosas con toda la frescura del mundo, y aunque Luis me repetía cada día “hay que empacar, hacer pedidos y organizar todo lo del trabajo”, yo seguía pensando que esto era igual a cualquier otro viaje.
La última semana fué una locura, niñas saliendo del colegio, las presentaciones y las fiestas que los papás siempre decidimos hacer antes de salir a vacaciones para que los invitados vayan.
A su vez, en el trabajo, entró la racha de las renuncias y pareciera que todos se hubieran puesto de acuerdo para el tradicional “creo que ha llegado mi momento, ya cumplí mi ciclo”. Justo una semana ante de salir por dos meses.
Y cuando creíamos que era el momento, resultó que no lo era.
Sorteando todos los obstáculos, nos dispusimos a empacar, entre computadores prendidos hasta altas horas de la noche y Luis con el insomnio que lo caracteriza cada vez que no ha terminado algo del trabajo. Esta vez tendrá que dormir en alguna parte ya que el trabajo nunca termina y mucho menos cuando viene una larga salida. Aquí es donde está el secreto, desconectarse para el goce y aprender a delegar para no estar siempre pendiente de todo.
El día antes de salir, con todo el equipo y la ropa de las niñas listo (Lista de Equipos), se me ocurrió llamar a la aerolínea por ese sexto sentido de mamá que me decía que algo no andaba bien. Quería asegurarme cuántas maletas podíamos llevar sin pagar ningún exceso de equipaje, independiente de que la meta nuestra era no empacar más de tres.
Y así como si nada, la señorita de la aerolínea buscó el nombre de los pasajeros y sorpresa, repitió el de mi hija mayor dos veces, pero con los apellidos al revés.
Por algún extraño motivo, el tiquete había quedado mal y a pesar de ser la misma persona la que viajaba, no teníamos derecho a cambiar el orden de los apellidos, por haber comprado los tiquetes en tarifa ultra económica (por las millas).
¡Que tal!
En dos segundos, la paisita de servicio al cliente se convirtió en el ogro que destrozó un año de planeación y de sueños, y que echó por la borda la platica del carro, los tiquetes y demás.
No siendo suficiente, la dependiente metió la última estocada diciendo: “lastimosamente no hay mas cupos en el avión”, y me colgó!!
No se imaginan el calor que me pasó por la cabeza en ese momento. Quería matarla, pero ni me acordaba cuál era su nombre. Parece que en Colombia tienen entrenadas a las operadoras para que uno jamás descifre el nombre de quien le contesta, así que cuando cuelgan o se cuelga, siempre hay que comenzar de cero.
El pánico me invadió, y en estos momentos de alta tensión suelo querer buscar un culpable y no la solución: Luis había hecho la reservación y como era el único que quedaba a mi lado, pues… llevó del bulto.
Pero después de creer que ya no saldríamos el día pensado y que definitivamente el sueño terminaría con unas vacaciones en el Parque del Virrey, me calmé, respiré, y decidí llamar nuevamente.
Así que esperé y Bingo!! Me contestó la buena gente, y después de una hora al teléfono, nuestro viaje era posible de nuevo.
Tan posible, que ya estábamos en el avión, después de 10 horas de viaje y dos escalas, esperando llegar a Los Angeles, a recoger nuestro carrito.
Soñando en las Nubes
Las niñas han sido un hit. A pesar de lo largo del viaje se han portado muy bien gracias a un kit de viajes que debe llevar como mínimo lo siguiente: calcomanías, colores, crayolas, cuaderno, comida y un regalito sorpresa que sólo debe ser entregado si al final del viaje su comportamiento resulta ser ideal.
Se me olvidaba. Todo lo anterior, en formato chiquito e idéntico para cada una, pues pese la diferencia de edad (una tiene 7 y la otra 2) si existe la más mínima diferencia en el empaque, corremos el riesgo de presenciar una pataleta increíble.
Estamos exhaustos, con ojeras más grandes que nuestras caras porque preparar este viaje no es nada fácil.
Y esto apenas comienza
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